Las esculturas en la ciudad cumplen una función pedagógica y ornamental que enriquece el panorama de las calles, de los parques y de los barrios y las llena de sentido y de memoria histórica. Donostia no es la excepción. El Museo SanTelmo publicó el año pasado el atlas escultórico digital de la ciudad de Donostia. Por ahora, se han catalogado noventa esculturas que cumplen con la condición de que sean esculturas que se puedan observar mientras se pasea por la ciudad, descartando las que no se construyeron con un criterio artístico.

Hay en Donostia muchas clases de esculturas. Algunas se encuentran encaramadas a la pared de un edificio, elevadas sobre una peana o a ras de suelo. No falta la más antigua, la del Almirante Antonio de Oquendo, que preside la plaza del mismo nombre, de 1894, ni las que se ocultan entre los pliegues arquitectónicos, como el relieve de un ciervo con la cabeza girada, creado por Dionisio García Arranz y colocado en el número 28 del Paseo de los Olmos de Bidebieta.

Algunas piezas han generado protestas anónimas y también públicas, como el Don Quijote y Sancho Panza, ahora retirado por las obras del parking de la Concha. La elección del escultor, Lorenzo Coullaut-Valera, padre del autor del Sagrado Corazón de Urgull, disgustó a un grupo de artistas porque se trataba de una obra de «una época anterior».Otras destilan el sabor amable del agradecimiento, el que le tributó Egia a Fermín de Lasala y Collado, más conocido como el duque de Mandas. Abogado y político progresista, cuando ejerció como diputado presionó a la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España para el inicio de las obras del ferrocarril a su paso por Gipuzkoa.

Al prestigio de sus autores -Jorge Oteiza, Remigio Mendiburu…- también se suma el de los galardones: la obra de Ricardo Ugarte, formada por la superposición de cubos vacíos, que obtuvo el Primer Premio en la I Bienal de Escultura de San Sebastián, en 1969, honra la plaza del Centenario de Amara. Y, por supuesto, hay una colección de esculturas-homenaje, curiosos como el que se rinde a los euskaldunberris, en la plaza San Marcial de Alza. Antton Mendizabal materializa una obra promovida por Bizarrain Kultur Elkartea como reconocimiento a las personas que estudian euskera. (R.Perez)

Entrando en la web del Museo San Telmo se pueden consultar las 90 esculturas repartidas por la ciudad. Y clikeando sobre el «Peine de los vientos» aparecerán más piezas del catálogo de esculturas.

Juan Múgica Flores

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