(Crónica de Harri Fernández en Noticias de Guipúzcoa – 21 de Febrero de 2010 – Actualizado a las 09:15h.)
Sorbeltz celebra su asamblea general reuniendo un centenar de «casas rodantes». Usuarios de los vehículos denuncian las «coacciones» y presiones que sufren por parte de diversos camping.
Hondarribia. Como si de tortugas se tratase, miles de familias viajan por Europa y por el mundo con la casa a sus espaldas. Un centenar de esos usuarios de autocaravanas, miembros del club Sorbeltz, se encuentran este fin de semana en el parking de la playa del municipio guipuzcoano de Hondarribia, para celebrar su asamblea general junto con una jornada gastronómica.
Con el actual, es el cuarto año en el que los usuarios del País Vasco se sientan en torno a una mesa. Arsenio Gutiérrez, asociado del club de autocaravanas, afirma que esta concentración es de los actos que más gente aglutina. A su vez, la jornada sirve para demostrar a la ciudadanía qué tipo de turismo practican los usuarios de autocaravanas. «Es poco invasivo», explica Gutiérrez y añade que al llevar una «casa autónoma» pueden aprovechar cualquier lugar para detenerse. Asimismo, asegura que la concentración también beneficia económicamente al municipio guipuzcoano, puesto que «entre todos, dejamos unos 30.000 euros» en concepto de consumo de servicios, alimentación y restauración.
lIBERTAD Alsacia, Jordania e, incluso, el círculo polar ártico es accesible con una autocaravana. Así lo aseguran, por lo menos, los usuarios más incondicionales. «Cuando vas en un viaje organizado, no puedes ir a donde quieres», asevera Alejandro Sanz, un donostiarra residente en Madrid que se ha acercado a la concentración con sus tres hijas y su perro. Como otros, Sanz asegura que estos vehículos te ofrecen «la libertad de parar donde quieras». El padre explica que el pasado octubre toda la familia viajó a Austria y que él tenía especial ilusión en «visitar Mauthausen» y gracias a la movilidad que le otorga el vehículo pudo cumplir su sueño.
Ángel Irure y Rosa Mateo, un matrimonio tudelano, también remarcan «la libertad» que otorgan las casas rodantes: «es una forma distinta de viajar. No tiene nada que ver con un apartamento o un hotel». Al igual que Sanz, también han visitado Austria y su capital, les «entusiasmó». La autonomía que les otorgaba viajar en su autocaravana les permitió prolongar durante una semana una estancia en Viena, que en un principio era de dos días.
Más allá de la libertad para el desplazamiento que ofrecen estos medios de transporte, los usuarios también destacan la posibilidad de conocer «personas afines». Precisamente, Olga Gómez y, su pareja, Luis Cuadrón, pertenecen a un colectivo de denominado El lado oscuro, que realiza desplazamientos todos los fines de semana. Se mantienen en contacto mediante correos electrónicos, donde «alguien nombra un destino y el que puede se apunta». Como otros muchos grupos, éste surge a raíz de concentraciones, como la de Hondarribia, donde personas con «intereses afines» deciden viajar juntas.
COACCIÓN. Aunque Hondarribia haya acogido en torno a 100 autocaravanas, los usuarios aseguran que en el Estado español este tipo de turismo es mucho menor, en comparación con otros. Cuadrón lo confirma al decir que «hay muy pocas áreas de descanso preparadas» en el Estado y que las que existen son «caras».
Además de los gastos ordinarios que supone tener un vehículo así -40.000 euros de media por vehículo más mantenimiento-, los usuarios dicen enfrentarse a la «coacción» por parte de algunos campings. Desde El lado oscuro aseguran que los campamentos llaman a la Policía si alguna autocaravana estaciona en sus cercanías. Todo para que estos vehículos se vean obligados a estacionar en los campings.